Este cuento está dedicado Virginia de 6ºD, 
colegio Cerrado de Calderón de Málaga. España,
 
que con motivo del Día del Libro quería que Dixie 
fuera la protagonista de un cuento de fantasía.

 

     
 
 

DIXIE


Nuestra amiga sonreía siempre, ¿para qué iba a estar triste? Además, como quería ser cantante de ópera no le convenía que su garganta se llenara de lágrimas tontas.
Soñaba día tras día con los grandes teatros. 
Sus amigos le decían que lo de cantar ópera estaba muy antiguo, que se dedicara a hacer otra cosa.
Dixie no le hizo caso a nadie. Un buen día llenó su maleta de todos los trastos que se le antojaron necesarios y se subió al primer tren que pasó por su puerta.
Mientras el tren se comía la vía con su cha ca cha, cha ca cha , Dixie, ensayaba y hacía gorgoritos. Pronto el vagón quedó vacío. La gente no aguantaba aquello grititos, querían dormir o charlar o mandar a paseo las preocupaciones del trabajo, 
Cuando Dixie se vió sola se dijo: "¡qué alegría!, ahora podré cantar a pleno pulmón".
Al pasar por un pueblo llamado Remisol el tren se detuvo, pero Dixie no se dio cuenta, así que siguió cantando. Dio la casualidad de que en el andén había un descubridor de artistas. El buen hombre se quedó traspuesto al oír la voz fabulosa, mágica y portentosa que salía por las ventanillas del tren, porque llevaba toda la vida buscando aquella voz para lanzarla a la fama.
El hombre descubrió a Dixie mientras esta interpretaba un fragmento de una ópera muy famosa llamada LOS TRES VIATAS.
-Te contrato de inmediato -dijo el descubridor de artitas-, firma aquí y los dos nos iremos al teatro que elijas, pues una voz tan portentosa como la tuya no puede ser escuchada en un vagón de tren cualquiera.
Dixie vio sus sueños convertidos en realidad cuando subida en el escenario más famoso del mundo cantó como los propios ángeles. De tal manera que su voz llegó a otras galaxias. 
Pronto tuvo que viajar a otros planetas y así después de recorrer el universo entero cantando óperas de todo tipo, cuando ya habían pasado muchos años, Dixie echó de menos su tierra, su gente.
Regresó cantando a su casa con todas las maletas llenas de alegría, triunfo, trofeos y sueños cumplidos..
Cuando llegó a viejecita, Dixie siguió cantando a todo aquel que se lo pedía y así vivió feliz para siempre.

Carmen Ramos

     

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